top of page
Buscar

Un hilo enhebrado de perlas


II

Toda hierofanía oculta una tragedia.

Vicente Haya


Los antiguos que buscaban el conocimiento de la vida y de la muerte lo llamaban la Perla de

Gran Valor, el Tesoro Inimitable. El hecho de sostener los hilos de estos misterios y de desenredarlos confiere un profundo conocimiento del Destino y el Tiempo, un tiempo para todas las cosas y cada cosa a su debido tiempo, rodando con lo áspero y resbalando con lo suave.

Clarissa Pinkola Estés



Cuando una partícula extraña se introduce dentro de una ostra, esta comienza a formar capas de cristales de carbonato de calcio y nácar sobre el núcleo ajeno para protegerse, gestándose así un perla. La agregación de estas capas al cuerpo invasor provoca un movimiento de rotación, como si de un planeta se tratara, dentro del molusco que, dependiendo del eje, dota a la piedra de su carácter esférico. Esto dura diez años y es «un proceso auto-organizado originado por fuerzas físicas ejercidas sobre los frentes de crecimiento», según un investigador (Checa, 2013).

Simbólica y mitológicamente la perla es un elemento lunar ligado al agua por naturaleza, al principio femenino, a lo yin. Nacida en las aguas –origen de vida–, de las gotas de rocío sobre una concha, también las llora la luna sobre el mar, «es la huella de la actividad celeste y el embrión de un nacimiento, corporal o espiritual, así como el bindu en la caracola o la perla Afrodita en su concha» (Chevalier & Gheerbrant 2000, 1258); y, precisamente entre los griegos la perla era emblema del amor, aunque Kerényi menciona que en la imagen del nacimiento y crecimiento de Venus dentro de una concha –evocada por primera vez por poetas romanos– no hay motivos para suponer que surge de la formación de la perla (Kerényi 2004, 130). Si bien puede que en inicio no es esta la relación entre el molusco y Afrodita, imagino la espuma de mar como una cresta de perlas en las olas marinas; ἀφρος quiere decir «espuma de mar», pues el nacimiento de la diosa griega sucede cuando Saturno mutila los genitales de su padre, Urano, y los arroja a las profundidades del mar para después emerger y ser llevada a tierra en la espuma marina; es decir, una unión entre lo terrenal y lo celeste, la muerte originando vida, un acontecimiento brutal deviniendo divino, una hierofanía.




Ojalá tuviera yo el peso de esa pequeña fibra de algodón flotando en el aire, pero algunas veces, como ahora, el sutil y etéreo vapor que me soñé ser es una nube condensando las lágrimas que provocarían una tormenta en el mar. Ese mismo mar agitado y antiguo que soy yo misma, que llevo dentro y que irredimiblemente me ahoga. He sido empujada, jalada hacia sus profundidades en búsqueda de algo que no logro asir, que se disipa y, entonces, me pierdo. Entre formas no nítidas, entre pedazos de mí. De huesos, cabellos y uñas. Entre las grietas de unas hondas heridas que no paran de sangrar. Entre una carnicería. Me he sumergido a la oscuridad y dureza de todos esos pensamientos enquistados, unos tantos más bien fosilizados en las partes más recónditas y diminutas del cuerpo desde hace cientos de años y que, por voluntad propia, yo no pensé. Entonces, encuentro mi linaje femenino. Mirado, si es que acaso lo fue, con un aire de menosprecio en los ojos y en la lengua. Ese que se duele y resiste. El que sepulta, muere y nace. El que lleva dulzura entre los labios y las manos, un bálsamo. Me toca con la misma ternura que ese rayo de sol me acaricia la cara por la mañana, esa que brilla en los ojos de mi madre cuando me mira, y la que probé un instante entre ese beso húmedo de lágrimas. Aparece. Huele a amarillo dulce e intenso sacado de una raíz. La veo en el rojo carmín que se mete entre mis huellas dactilares. Suena fuerte con mi corazón, mi voz, la lluvia y el silencio. La dejo aparecer entonces, una mirada dentro de mí, un gesto de ternura. Me sumerjo en mi mar y enhebro una perla.



Eveline Gordon, Sample, 1963-1968. Embroidered chiffon with glass beads, costume pearls, sequins and crystal beads. Collection of the Victoria & Albert Museum.






Referencias


Chevalier, Jean & Gheerbrant, Alain. 2000. Diccionario de los símbolos. Barcelona: Editorial Herder.


Jung, C. G. & Kerényi, K. 2004. Introducción a la esencia de la mitolgía. El mito del niño divino y los misterios eleusinos. Madrid: Ediciones Siruela.


Las perlas son las esferas más perfectas de la naturaleza. En la página web de “La voz de la Galicia”, 2013. https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2013/07/08/perlas-esferas-perfectas-naturaleza



43 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Commentaires


bottom of page